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Día de San Valentín, paganismo cristianizado

Reflexión sobre el Día de San Valentín

El origen de la fiesta de San Valentín es claramente pagano con prácticas inmorales sobre el sexo y la inclusión de un dios falso como Cupido, la celebración del San Valentín ha sido cristianizada e incorporada a las celebraciones anuales de muchas iglesias.

Por muchos años la iglesia Católica siguió la practica de ‘cristianizar’ las fiestas paganas de los pueblos que conquistaba para de esa manera instalar de forma más fácil el Catolicismo y borrar las fiestas paganas de los pueblos. Tal como otras celebraciones que tuvieron orígenes paganos como Halloween, el día de Navidad, y la fiesta de Easter (el Domingo de resurrección) pero han sido adoptadas al culto cristiano, las iglesias evangélicas modernas, tal como las Católicas, celebran el día del “amor y la amistad”.

Aunque la idea Católica de cristianizar las celebraciones paganas muestra cierto tipo de sabiduría y astucia para ganar ventaja sobre los pueblos y así instituir oficialmente la religión Católica, no podemos suponer que tal práctica logre hacer cristianos a los hombres.

Mientras que un cambio de fiesta de lo pagano a lo cristiano es algo probablemente bueno, el simple hecho de que esto se haga no significa que el cambio ocurra también en el corazón de las personas. Las personas no cristianas hoy día todavía celebran a San Valentín con imágenes de Cupido, con sexo inmoral y pervertido y muy lejos de algo que se parezca Cristiano.

En estos tiempos modernos las iglesias Cristianas desean ser tan atractivas para los inconversos que se corre el riesgo de querer parecerse tanto al mundo que los inconversos no ven que haya una diferencia. Si no estamos claros en lo que hacemos es posible que estemos corriendo con la misma suerte de la iglesia Católica del pasado, cristianizando días de fiesta sin hacer cristianos a las personas.

El Cristianismo verdadero se logra no por un cambio de celebración sino por un cambio interno en el corazón. Sin arrepentimiento y fe es imposible una verdadera conversión. Es solamente por medio de la predicación del evangelio que se convierte el pecador. Pablo estaba seguro de eso cuando dijo “no me avergüenzo del evangelio porque es poder de Dios para salvación” (Romanos. 1:16). Siendo que esto es tan cierto, entonces los cristianos no podemos perder de vista que lo que salva al hombre es el evangelio, la palabra de la cruz y no las tácticas humanas.

El Verdadero Amor
Como hemos visto en el origen de esta fiesta, el mundo ha confundido "convenientemente" el amor con el sexo, pero sabemos que eso no es cierto. La depravación sexual fuera de los lazos matrimoniales no es amor sino pecado que Dios condena y rechaza.

Estoy proponiendo que las iglesias se deshagan de esta celebración, que se le deje de llamar el día de “San Valentín” y que no se use a Cupido como símbolo de amor. Que en su lugar se enfoquen en lo que verdaderamente es el “amor”. Estoy pensando que se debe aprovechar la oportunidad de esta fecha para recordarle que aunque el mundo pagano se ha inventado historias y leyendas falsas para celebrar “el amor” de una forma antinatural, anticristiana y falsa, las personas deben saber que solamente hay un Dios que es verdadero amor. Que el verdadero amor es aquel descrito en la Palabra de Dios la cual dice lo siguiente:

El amor es paciente, es bondadoso; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no es arrogante; no se porta indecorosamente; no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal recibido; no se regocija de la injusticia, sino que se alegra con la verdad; todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser (1 Corintios 13:4-8).

Ese amor es el verdadero amor abnegado que el mundo sin Dios difícilmente puede alcanzar. Pero no solamente podemos predicar eso sino que el verdadero Dios del amor no es Cupido sino el Dios de la Biblia quien nos declara que “Dios es amor” y que basado en Su amor inmenso está ofreciendo salvación a todos los que creen en Jesucristo:

Porque de tal manera amó Dios al mundo que dio a su hijo unigénito para que todo aquel que en él cree no se pierda mas tenga vida eterna. Porque no envío Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo sino para que el mundo fuese salvo por El. (Juan 3:16-17).

Cristo murió para que creyendo en el tengamos vida para siempre. Solamente el Dios de la Biblia ama con “amor eterno”, eternamente y para siempre. Cosa que ninguna persona ni ningún otro dios falso puede hacer. Pero también debemos recordarles que aquellos que rechazan el amor que Dios ofrece corren el peligro de ser condenados eternamente porque la misma Biblia que dice que "Dios es amor" dice que Dios es "fuego consumidor", que Dios es justo y castiga el pecador, que es celoso y no tendrá por inocente al culpable. El mismo texto que dice que Dios amó al mundo de tal manera para que confíe en su Hijo sigue diciendo:

El que cree en El no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. Y este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, pues sus acciones eran malas. Porque todo el que hace lo malo odia la luz, y no viene a la luz para que sus acciones no sean expuestas. Pero el que practica la verdad viene a la luz, para que sus acciones sean manifestadas que han sido hechas en Dios. (Juan 3:18-21)

Quiera Dios que podamos dar a nuestra audiencia un mensaje completo y no a medias, un mensaje verdadero y no un falso sentimiento de amor que nada tiene que ver con la verdad. Quiera Dios que las iglesias de Cristo miren más a la Biblia para sus celebraciones y no al mundo y al paganismo como la tiende a hacerlo cada vez más. Quiera Dios que los Cristianos miren a Dios y no al mundo porque la misma Biblia nos dice esto: No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. (1 Juan 2:15). Permita Dios que también nosotros logremos amarnos como Cristo quiso que nos amasemos porque los que aman a Dios también aman a su prójimo. Que seamos ejemplos de amor los unos con los otros pues el maestro mismo dijo “y en esto conocerán que son mis discípulos, en que se aman los unos a los otros”. Y el Apóstol Juan nos escribe:

Amados, si Dios así nos amó, también nosotros debemos amarnos unos a otros. Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto. Y este mandamiento tenemos de El: que el que ama a Dios, ame también a su hermano. (1 Juan 4:11; 20-21).

Por Jorge L. Trujillo.
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